Del Santo Oficio Médico...

Hay momentos en nuestra vida que nos ordenan el caos.
 
Son momentos mágicos, que arrojan su luz sobre el futuro, y que tiñen con el color de esa luz todos los acontecimientos de nuestra vida posterior.
 
En la antigüedad, los ordenamientos del caos, y la magia, estaban reservadas a los dioses, a lo sacro. A estos momentos sagrados, a estos sacros momentos, se los llamó sacra mentos. Algunos de ellos, el nacimiento, el matrimonio, tienen rituales específicos (también la muerte, un sacramento funesto, fúnebre).
 
Despojado de toda connotación religiosa, todos podemos reconocer en nuestras vidas algunos sacramentos que nos han cambiado el futuro. Son los nodos de nuestra historia personal. Para algunos, incluso este humilde foro que compartimos será un pequeño sacramento, en el sentido etimológico que le estoy dando.
 
El nacimiento de un hijo, el parto, tanto para el padre como para la madre, es indudablemente uno de estos sacros momentos. Tomar la decisión de continuar o no un embarazo, es otro.
 
Y ahora conviene reflexionar sobre el significado de lo profano. Pro fanus es el que está adelante, afuera, que está por entrar, al fanus, al templo. Es interesante hacer notar que fanus es la raíz de la palabra fanático.
 
Hay banderas por las que está bueno fanatizarce un poquito. La libertad, la justicia, la justicia social, la libre disponibilidad del propio cuerpo, propiedad individual si las hay… me confieso fanático de estas sacras ideas.
 
Por eso, me parece que nos asiste un derecho de justicia cuando el que, por su oficio, debe oficiar este sacramento (oficiar la obra sacra es sacerdar; el oficiante es el sacerdote), profana ese momento que echará su luz sobre nuestro futuro de una manera muy profunda, y lo convierte en un momento funesto.
 
Los médicos siempre están oficiando sobre momentos que para nosotros son sagrados. Operan sobre el nacimiento, la vida, la muerte y la libre elección, de nosotros y de nuestros seres queridos. Hacen cosas que tiñen con el color de su luz todos los acontecimientos futuros de nuestra vida. Disponen de nuestros cuerpos, de nuestra última e irreductible propiedad individual.
 
Robar (legere) las cosas sagradas es cometer sacrilegio.
 
Nos asiste el derecho de juzgar a los que nos roban estos momentos sagrados con la misma severidad, ya que no con las mismas penas, con que en la antigüedad se trataba a los sacrílegos.

Eso es lo que pasa cuando el médico se desliga de los pacientes. En cierta manera, el desapegarte de los pacientes es como una barrera para que no les afecte sentimental y anímicamente a los médicos, quienes tienen qué lidiar con cientos de pacientes cada semana. Pero por otra parte, desvincularte a tal grado que lo miras como simples números o compromisos, es cuando se cometen las transgresiones más graves hacia los pacientes.

Hay qué mirar ambos lados de la tortilla. Existen tanto médicos que están entregados a su profesión en cuerpo y alma, dando una atención personalizada a cada paciente, como existen médicos que no deberían siquiera tener la cédula.

Saludos, Rafa... :3

Claro. No digo que todos los sacerdotes sean sacrílegos...