La historia del "rengo" Santana y el finado Benítez (historia real)
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La historia del "rengo" Santana y el finado Benítez (historia real)
Santana era un emigrante de las Islas Canarias, era inválido y se trasladaba en una silla de ruedas que funcionaba con una manivela que estaba del lado derecho. Benítez lo llamaba "el rengo" (el cojo), no sé si por piedad o ironía.
Santana y Benítez eran amigos, si se puede decir. Benítez tenía fama de suicida frustrado. Lo había intentado un par de veces y ese era el tema de la charla que día a día trocaba por algún café.
Un día, al terminar su discurso, Santana le dijo que si verdaderamente quería suicidarse, el como amigo podía ayudarlo y acto seguido le propuso a Benítez ir al Palacio Salvo, subir hasta el mirador y de allí, lanzarse al vacio.
Benítez aceptó, y como una comparsa de lunáticos, salió la clientela del Sorocabana detrás del "rengo" y su silla de ruedas para ser testigos presenciales de la última voluntad de Benítez.
Cuando llegamos al Palacio Salvo, sin perder tiempo y bastante exaltado Benítez dijo: "Benítez! No es momento para despedidas protocolares, haz lo que hace tiempo tenias que haber hecho! Eso sí, espera la señal que con mi pañuelo te voy a hacer desde abajo y luego te tiras, no vaya a ser que caigas sobre algún inocente".
Benítez se despidió con una mueca gardeliana para aparecer diez minutos mas tarde asomándose por la corniza del mirador.
En cuanto lo vio, Santana bamboleó sus dos brazos como un endemoniado, con el pañuelo blanco en una de sus manos y en la otra un pan, mientras que a viva voz de cuello gritaba: "Salta h...de p...! Salta ya...joder!"
Pero no saltó. Por el contrario, bajó enojado y la emprendió contra el "rengo" reprochándole el sentido tan torcido de la amistad que tenia. Tan enojado estaba Benítez que le dio por empujar con todas sus fuerzas a Santana y su silla de ruedas por la pendiente y allá fue el canario tratando infructuosamente de atrapar la manivela para frenar el bolido, que fue a dar a una esquina contra unas cajas de cartón, mientras la muchachada, entre gritos de auxilio y risas de maniáticos, trataban de socorrerlo.
Pocos meses después, falleció Benítez no por suicidio sino por tuberculosis. Desde entonces, fue tema de tertulia del Sorocabana la contada una y mil veces "historia del rengo Santana y el finado Benítez."
Arturo F.
Santana y Benítez eran amigos, si se puede decir. Benítez tenía fama de suicida frustrado. Lo había intentado un par de veces y ese era el tema de la charla que día a día trocaba por algún café.
Un día, al terminar su discurso, Santana le dijo que si verdaderamente quería suicidarse, el como amigo podía ayudarlo y acto seguido le propuso a Benítez ir al Palacio Salvo, subir hasta el mirador y de allí, lanzarse al vacio.
Benítez aceptó, y como una comparsa de lunáticos, salió la clientela del Sorocabana detrás del "rengo" y su silla de ruedas para ser testigos presenciales de la última voluntad de Benítez.
Cuando llegamos al Palacio Salvo, sin perder tiempo y bastante exaltado Benítez dijo: "Benítez! No es momento para despedidas protocolares, haz lo que hace tiempo tenias que haber hecho! Eso sí, espera la señal que con mi pañuelo te voy a hacer desde abajo y luego te tiras, no vaya a ser que caigas sobre algún inocente".
Benítez se despidió con una mueca gardeliana para aparecer diez minutos mas tarde asomándose por la corniza del mirador.
En cuanto lo vio, Santana bamboleó sus dos brazos como un endemoniado, con el pañuelo blanco en una de sus manos y en la otra un pan, mientras que a viva voz de cuello gritaba: "Salta h...de p...! Salta ya...joder!"
Pero no saltó. Por el contrario, bajó enojado y la emprendió contra el "rengo" reprochándole el sentido tan torcido de la amistad que tenia. Tan enojado estaba Benítez que le dio por empujar con todas sus fuerzas a Santana y su silla de ruedas por la pendiente y allá fue el canario tratando infructuosamente de atrapar la manivela para frenar el bolido, que fue a dar a una esquina contra unas cajas de cartón, mientras la muchachada, entre gritos de auxilio y risas de maniáticos, trataban de socorrerlo.
Pocos meses después, falleció Benítez no por suicidio sino por tuberculosis. Desde entonces, fue tema de tertulia del Sorocabana la contada una y mil veces "historia del rengo Santana y el finado Benítez."
Arturo F.
Arturo Figari- Nivel 2
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Asil- Nivel 4
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Hoja de personaje
Referido: Miedo.
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