Oh! Almas sedientas de sabiduría, os traigo lo que el Genesis no reveló...

por DragonDlarge Mar Jun 23, 2015 9:29 pm

Ahora que ya tengo su atención:

Leed la historia (en borrador aún) de Lilith:

Lilith, prófuga del iracundo machismo de Adán se refugió en las cuevas más alejadas que pudo encontrar y la oscuridad fue su aliada. Ahí lejos de vivir en paz y armonía comenzó a explorar su mente, su cuerpo y encontró en ella delicias y placeres que jamás había notado con Adán.
Lilith; mujer de carácter dominante, su fuego interno explotaba en sus cabellos, sus labios invitaban a pecar en formas indecibles, su silueta era perfecta: senos alineados y orgullosos pezones se levantaban ante las estrellas, de entre sus piernas brotaba cual manantial; la fragancia de la seducción y la sensualidad, su andar provocó que la tierra se emancipara en ella, para ella y por ella.
Aprendió a hacer fuego y alrededor de las abrasantes llamas que se elevaban al cielo ella danzaba plena; desnuda. Otras veces no era necesario el fuego y su piel era amada por la caricia de la Luna, Lilith disfrutaba sentir las miradas pudorosas de las estrellas, mientras sus dedos expertos y juguetones exploraban su propia cueva Lilith se imaginaba la vía Láctea en cada estrella, una explosión cósmica de semen que la bañase cientos de veces, una y otra vez; como siempre, Lilith se entregó en solitario a sus deseos más profundos, a sus necesidades físicas; sin embargo Lilith era demasiado inteligente, tanto para abandonar a Adán al entenderse su igual y al rebelarse contra él por no aceptar la aburrida posición de lo que ahora conocemos como misionero, ¡Cuán falta de imaginación de Adán que siempre quería sentirse poderoso sobre Lilith! Y mientras Adán la penetraba pensándose invencible sobre Lilith ella a pesar de gemir (pareciera más por complacer a su compañero que por sentir el placer ella misma) se imaginaba novedosas formas de frotar la carne, de crear tormentas entre las nalgas de ella y el miembro de Adán, o montándolo cuál potro bravo, éstas y más posturas pensaba Lilith y sin más Adán eyaculaba su río blanco sobre su vientre, sorprendida Lilith veía a Adán desvanecerse a lado de ella cayendo profundamente dormido.
Es cuando ella aprovechaba y daba paseos hacía el río o las montañas, miraba el cielo, sabía que su destino no era cerca de Adán, ella se sabía su igual, su compañera, su incomprendida e insatisfecha compañera, la que jamás se sometió a los deseos de Adán, la que por elección propia emprendería el camino solitario a lo inexplorado; lejos del manto de Dios, lejos el “cobijo” de su monótono compañero.
De alguna manera Lilith demostró independencia, autonomía y amor propio; dichas virtudes aumentaron si era posible aún más su belleza, tan perfecta se volvió que los mismos ángeles no pudieron contener sus deseos de estar con ella, Lilith no sería de nadie, sin embargo entendía al sexo como una expresión libre y pura de quien era ella, así que cada ángel que bajó del cielo disfrazado de demonio o sombra cada noche conocía a Lilith, de maneras insospechadas, llenando de celestial fluido para rincón de su ser; devoraba el líquido con su boca, otras veces solo les daba la espalda y empujándose hacia ellos encontraron otra nueva vía; Lilith, insaciable, amante, desterrada del aburrimiento y creadora de las orgías contemplaba satisfecha su vida. En cuanto a Adán ya es historia conocida, tuvo otra mujer sumisa, no tan compañera, más bien una especie de ayudante subordinada hacia Adán: Eva.